queso


EL QUESO ESPÍRITU DEL BOSQUE


Mi padre en su pequeño bar “el humilde rincón” tenía siempre unos quesos geniales que le elaboraban en Valladolid con leche de oveja. Él los maduraba a su estilo, fuertes, contundentes; dejaba llorar el aceite y los servía cuando, al partirlos, se desmigajaban.
Yo almorzaba un día queso y al siguiente jamón, e iba viendo la evolución de cada pieza. De aquellas mañanas limpiando el bar, o ya en la vinatería recuerdo con nostalgia aquellos quesos, y a mi padre preparándome el bocadillo.

Para mi el vino y el queso siempre han ido de la mano. El vino se expresa maravilloso con el queso en la boca y el queso se presme delicioso con la copa en la mano. Vino-queso una manera de disfrutar y alimentarse.

Siempre he querido sumar a nuestro proyecto de imaginación de vinos unos quesos que me hicieran llorar de gustito.
Ahora los tenemos. De la mano de mi amigo Alfredo  y de la maestra Quesera de Radiquero, Conchita tenemos por fin nuestros hijos más blanquitos.
De leche de cabra, con moho blanco y azul. Con toques picantes este, y amables aquel, por fin tenemos en nuestra cámara de maduración AEG, unos cientos de piezas pequeñas prestas a ser disfrutadas, prestas a evolucionar y mejorarse.
Por fin tenemos un queso para que mi vino tenga un amigo.



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