fin de curso

ayer última clase de kendo de este curso , (las clases siguen, el kajuki no cierra). Es casi un ritual para mi al llegar a este punto del año, tras el curso de verano en Huesca, el hacer un poco de balance. Un año lleno de alegrías, creo que ha sido el espacio de tiempo más feliz que he disfrutado desde que estudio kendo. La paciencia de Antonio y la ayuda de todos mis compañeros me han acompañado en todas las practicas y en los momentos de tristeza y el resultado es, simplemente, la felicidad. Más allá de unas pocas técnicas más, o de hacer mejores combates, de tener mejores resultados, lo que me queda es la intima sensación de que empiezo a ver, un poco, lo que es el kendo. Es casi como mirar por detrás de la cortina, excitante y divertido. Un año de poner las bases para cambiar muchas cosas, de quitar cosas inservibles, de pulir otras bonitas y de sentir algo de lo que existe al caminar por esta via. Jopetas, me encanta el kendo¡¡¡

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