La mano que empuña la espada era, ayer mismo, joven y tersa, insegura, inocente. La mano no tenía marcas, la piel ninguna mella, la color brillante, el brillo radiante. La mano sostenía, ingenua, la espada sin rencores ni pesares. Eso fue tan pronto como ayer, y esta amanecida, la mirada percibe el paso del tiempo. A la mano que blande la espada le ha alcanzado la edad. En un brusco cambio de paso, inopinadamente, de sopetón. Las marcas se dibujan, la piel se pliega, se apergamina, se aja. Incluso los recuerdos se desdibujan. Sólo se ven una mano, una espada, el paso del tiempo, el recuerdo de un recuerdo. Caronte espera paciente el obolo, el olvido bajo la barca, la mano ya no será nada. La espada recopilación. Cyañez 2021 https://www.instagram.com/p/CMWZE5VlXpg/?igshid=1wfbr3g89d5hh


 

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